Escena 5

Una habitación completamente blanca y tres sillas una formando un triángulo. En el fondo se ve una luz que titila. Nieta-Hija y Hija-Madre están sentadas mirándose una a la otra, estáticas.  El coro se para detrás de la silla vacía.

CORO

Estrofa 5

¿Quién era usted?
Usted que nunca dejo? de hacer ninguna actividad dentro de la casa,
para quien nunca decayó su esfuerzo por ser mama?.
Huérfana de padre y huérfana de madre,
con la lista de sus muertos como nombre propio,
De quien no se sabe si pensí que se le fue la vida
a pesar de que le quedaron otros.
Usted que dijo, clamando, por ponerle un verbo,
a la acción de clamar,
‘auxíliame por favor,
sácame de esto,
ya no voy a llorar por tu hermano,
por la lista de mis muertos,
por lo que es mío.
Ya no voy a llorar,
me voy a portar bien.
Me voy a aliviar.’

 

NIETA-HIJA

Yo no estuve nunca para saber qué te pasaba.
Siempre me detuve un segundo antes,
siempre me pasé la parada.
No supe y no quise saber quién eras
cuando ya no eras nadie.

(Mirando a la silla vacía y señalando al Coro)

Este es tu cuerpo que se encoge,
pero ya no te llamas,
ya no eres la madre de mi madre.
Este es el cascarón.
El campo de batalla.
Lo que nos queda.
No me puedes pedir la ternura que nunca me diste.
No me pidas la paciencia.

(Vuelve a mirar a la Hija-Madre)

El amor maternal me revuelve el estómago.

 

HIJA-MADRE

¿Qué cosa es el cuerpo de la madre?
¿Qué cosa es un cuerpo?
¿Qué señal tan terriblemente dulce?
No me preguntes. No quiero que me preguntes.
La verdad es que esperanza me da náuseas.
Nunca aprendí a quererte y tú nunca me conociste.
No en realidad.
Supimos demasiado pronto que la identidad,
el tú o el nosotras o la sangre
o todo junto
nunca fue más que una ficción.

 

CORO

Antiestrofa 5

¿Quién era usted?
Usted a quien alguna vez le escribieron una carta a su muerte
antes de su muerte.
Con el nombre de una hermana muerta como destinatario,
porque nunca tuvo un nombre propio,
porque entendió la identidad detrás de la memoria
y detrás de sus últimos recuerdos.
Así podríamos decirle que en la carta se escribió sobre la casa que fue suya,
sobre la historia y las coordenadas de la historia,
sobre los cuerpos producidos por las relaciones genéticas que la unen,
a usted,
que nunca tuvo más que la lista de sus muertos,
con los cuerpos del Nosotros
o del Nosotras.
Sobre las relaciones con el lenguaje o con los lenguajes.
Sobre el cerebro y la herencia magnética de las flores muertas
que ahora el Nosotras está condenada a segar
y a descubrir
dentro del espacio blanco de las máquinas que las tragan y las escupen,
aquí,
donde debería estar la memoria.
Aquí, donde existe la historia que ya no existirá nunca.
En esa carta para usted, que nunca leyó
Se diría de las horas en las que no hace nada más que mirar por la ventana.
Esperando.
Qué dulce la espera ingenua de cuando aún era.